jueves, 13 de marzo de 2008

Una Botella al Mar. Apunte I

Comparado con otros elementos tecnológicos, los instrumentos de escritura no han tenido las grandes transformaciones que han experimentado otras herramientas de la vida cotidiana de los hombres.

Recién en los últimos años, con el creciente desarrollo de la informática y los procesadores de texto, las diferencias con lápices, lapicera y tizas se han incrementado. Pero, de cara a una PC de última generación y por esas cosas de la tecnología parecen más obsoleta una máquina de escribir de una década pasada que un buen lápiz de punta afilada. Y, a simple vista, este veterano de cuadernos y libretas sigue gozando de buena salud.
Esto parecería confirmar, que a pesar de los ojos objetivos de la técnica, los instrumentos de la escritura tienen raíces culturales e históricas muy profundas. Y, como todo hecho cultural, tiene toda la carga simbólica y por eso también la azarosa y arbitraria que estos actos suelen tener. Sólo comprensibles a la luz del relato histórico. ¿Por qué hay gente que aún no hay prefiere una buena punta afilada de gráfico aún moderno procesador de texto?
Vaya uno a saber. Y no es cuestión de tomar partida por la nostalgia y la revolución digital. Tizas, bolígrafos y procesadores tiene su historia. Una historia distinta y un mismo destino: el mensaje escrito. Tanto bajo la luminosidad titubeante de la antorcha en la caverna como en parpadeó imperceptible del monitor de la PC, los instrumentos de la escritura dejaron el trazo indeleble del pensamiento humano.
Una serie de notas que presentamos desde este número, analizaremos la evolución de los instrumentos de la escritura.
Será una oportunidad para reflexionar sobre la importancia que la escritura tiene en la producción de la cultura. No es sólo la evolución material de estos instrumentos la que debe llamarnos la atención, sino el desarrollo espiritual que alrededor de los mismos se ha producido. Por eso, cuando un docente inicia o refuerza un proceso de alfabetización entrega a su alfabetizando las herramientas más propias de cualquier hombre. Las que y lo ponen más cerca de ser la imagen y semejanza de Dios: las herramientas del creador.

Botella al mar
La historia, contada de otra manera, circuló hace un par de meses por los titulares de muchos periódicos en todo el mundo. "Le sobra semejante cañón. Le queda enorme. Se lo ponen entre manos para matar tropas alemanas y no le sirve para nada. Necesita otra herramienta. No para matar. Para contarle a su esposa que la ama, que la extraña. Esta pesadilla le sucede en un espantoso otoño de 1914. Busca una botella casi hurtadillas. Dobla sucesivamente la carta
de amor dentro de su trinchera mientras los cañones de esta Primera Guerra no paran de atronar sin sentido como en toda las guerras. Cuando las bocas de fuego dejen de escupir su veneno desde su recámara buscará una playa de océano del tiempo y arrojará la botella que deberá ir en busca de su amor. Un viaje casi infinito: 85 años a la deriva por el Mar del Norte hasta las manos de un pescador. ¿Llegó tarde? quién sabe. Se supo por los periódicos que un pescador encontró la botella con el papel amarillento en una de las bocas del río Támesis
y que cruzó este hombre medio planeta hasta Nueva Zelanda para entregársela a la hija del soldado que contaba ya 80 de ocho años.
Ella recordaba vagamente a un padre uniformado, despidiéndose en la puerta de su casa con un hasta pronto. Tan pronto como 85 años. El moriría 10 días después de haber echado la botella al mar. Un papel ajado y amarillento había vencido el cañón. "

Desde un horizonte más lejano en el tiempo, nuestra civilización recibe también botellas con mensajes distantes. Distantes en el tiempo y en los materiales que lo soporta. Mensajes que han dernitado a la emisión y la acumulación de liquenes en sus surcos. Mensajes que entrenaban las primeras herramientas del hombre, como un chiquilín de segundo grado estrena su nueva estilográfica. El hombre prolongaba sus D2 en las rocas afilada. Aireaba y quitaba prótesis de piedras a su cuerpo aún tosco.
Las primeras herramientas.

Herramientas para ser hombre

El hombre siempre estuvo insatisfecho con su capital genético. Siempre quiso más: las herramientas del humano difieren de los demás animales. Estos llevan sus instrumentos para sobrevivir en sí mismo, formando parte del cuerpo: el conejo tiene patas para cabar, el león zarpas para desgarrar, el ñandú resignó su vuelo pero desarrolló largas y potentes extremidades inferiores para cruzar velozmente la llanura, la mayonería de las bestias tiene pelos para mantenerse caliente.
Por su parte, el hombre posee en su propio cuerpo muy pocos accesorios de esta clase y ha descuidado algunos que poseía al principio en la época prehistórica. Los ha reemplazado por herramientas, órganos extracorporales que él hace, usa y desecha según sus necesidades. Fabrica picos y palas para mover la tierra y hacer hoyos, armas para cazar animales y desgarrar su carne, azuelas y hachas para cortar maderas, casas de ladrillos, madera o piedra para albergue.
Disculpados de la obligación de cargar con el cuerpo nuestros miembros anteriores se han desarrollado hasta el punto de ser instrumentos muy fino, capaces de realizar movimientos delicados y precisos.
En tanto el bagaje hereditario de un animal se limita a la realización de un número limitado de operaciones en un ambiente específico, el equipo extra corporal del hombre puede ser ajustado a un número casi infinito de operaciones en casi todos los ambientes.
La más sencilla de las herramientas, hecha de una rama rota como con una piedra pulida, es fruto de una larga experiencia, de tanteos, ensayos y errores, impresiones que son captadas, acumuladas y comparadas. Toda herramienta es hija de la ciencia. Del mismo modo que la ciencia ordena y sistematiza su cuerpo en fórmulas, descripciones y procedimientos, las herramientas son la permanencia de experiencias, fracasos y logros.
Uno de los caminos que llevaron al hombre a lograrse como tal fue el uso de las manos, las que posiblemente dejó de utilizar de modo directo para emplear herramientas. Éstas serán como prolongaciones de sus miembros anteriores pero creación de su inteligencia. Aquí nace una paradoja: una vez que las manos hayan alcanzado una maravillosa capacidad de manipulación, en vez de trabajar directamente con ellas, construye herramientas. No conforme aún, a hará herramientas para hacer herramientas. La historia se volverá más compleja y se enriquecieran sin límites.

Una tecnología de piedra
En el pleistoceno inferior aparecen objetos que sin duda son herramientas: piedras trabajadas de manera inteligente y premeditada. Desde nuestros días, cuesta con los árboles su utilidad específica. Tal vez tuvieran unos múltiples: un mismo pediré mal trabajado rústicamente podría servir tanto para matar a un animal feroz, arrancar raíces para comer o para grabar otra piedra.
A mayor experiencia acumulada, mayor fue su habilidad para la producción de herramientas. La tecnología de la piedra avanzada. Ya no se hacían saltar pedazos informes de roca, golpeando una piedra con otra, sino que se separaban laminillas más finas, golpeando con un pedazo sobrante de otra boca o madera, especialmente dispuesto para tal fin (zoquete).
Se hacían saltar los fragmentos de un gran trozo de piedra o núcleo hasta que quedaba una de las cuatro o cinco formas de herramientas conocidas como hachas de mano. En Europa y Eurasia septentrional se encontraron mayormente herramientas de laminillas valoradas más por su filos pulidos antes que por su formato no siempre uniforme.
La utilización del hueso y el marfil progresó en el paleolítico superior. Las técnicas para trabajar el pediré mal y la obsidiana permitieron que una larga serie de laminillas pudieron ser separadas de un solo núcleo rocoso.
Se difundió entre todos los grupos del paleolítico del viejo mundo un ingenioso instrumento: el buril o punzon, una laminillas de piedra a aguzada quitando facetas paralelamente a un borde filoso.

Golpe a golpe, verso a verso

Debió haber hundida en el que alguien pudo trazar una primera marca. Una huella aquí, en las oquedades de los andes, más allá, en las laderas escarpadas de los macizos alpinos o en los templos rocosos de Altamira. Pudo ser al limpiar una mano sucia en las paredes pétreas o al marchar un trozo de roca con ceniza, carbón o grava, a través de un colorido pedazo de roca.
¿Habrán sido marcas causales? ¡quién sabe! Pero una vez que el hombre hubo entendido que podía repetir otra marca, las ideas del signo y mensaje comenzaron a construirse. Y cambiaron el mundo para siempre. El período transcurrido entre las primeras marcas sobre la pared rocosa y la adquisición de la habilidad para realizar dibujos detallados habrá sido extenso. Pero el primer paso estaba dado.
Allí, en las profundidades de las cavernas, a decenas de metros bajo tierra, en la oscuridad más profusa iluminada tímidamente por una débil y ama de la grasa que había en una lámpara de piedra con mecha de musgo y a veces en paredes rocosas a las que sólo podía acceder en los hombros de su ayudante, los artistas magos pintaron o grabaron los rinoceronte, mamuts, bisontes y renos que debían integrar la base de alimentos de su clan.
En la introducción de su breviario historia de la pintura, Louis Hourtiq comenta que los testimonios más antiguos de la actividad humana llegados hasta nosotros no fueron los monumentos de la arquitectura -que de todas las artes es, creemos, la que mejor resiste el paso de los siglos- sino dibujos y pinturas conservados en las cavernas prehistóricas que, por circunstancias milagrosas de la geología pudieron salvarse de la destrucción... la facultad de dibujar o modelar nacido al descubrirse la analogía de la línea y el volumen tallado con las apariciones de las cosas y más especialmente de la vida.
A lo largo de la historia un pueblos y comunidades de artistas en las cuales un material determinado influyó notablemente en las producciones artesanales de los mismos. La lana de los pueblos normales los volvió lapiceros; el acceso a la arcilla cocida llevó a otros pueblos a la cerámica que, incluso el mármol modelo la plástica y hasta el pensamiento de los griegos. Con la certeza con que un bisonte era invocado y evocado en las profundidades de piedra caliza, debía aparecer un bisonte verdadero para qué sus compañeros lo mataran y lo trajeran para el consumo comunitario.
El pintor raspaba el muro con piedras afiladas. Luego, con carbón trazaba el contorno, cifrado o grabado seguidamente por una piedra aguzada. Hecho del esquema amasaba una pasta con colores negro y ocre que mezclaba con grasa animal. Esta masa era colocada y distribuida con una piedra en forma de factura en el interior del contorno, rellenando así la figura.
Se cree también que utilizaban rudos pinceles de pelo o sus propios dedos. Es posible que los colorantes en polvo fueran soplado sobre las paredes húmedas mediante canuto o huesos vaciados. La manera más rudimentaria de aplicar la pintura en los muros de las cuevas fue con los dedos aunque por regla general se utilizaron diversos tipos de utensilios que no se conservaron hasta nuestros días: pinceles hechos con cerdas de animales o pequeñas ramas.
Los trozos de pigmentos encontrados en el suelo pudieron haber formado parte de crayones o de tizas. Para esbozar el contorno de las manos sobre la pared de la cueva y algunos puntos y figuras, la pintura era rociada con la boca o con un canutillo con pintura.
Procedentes de un sitio de la altura magdaleniese de Liumeuil (Dordoña, Francia) se cuenta hoy en día con una serie de astillas y guijarros en los cuales se advierten garabatos y esbozos de un pequeño de los dibujos de las cuevas. Algunos muestran correcciones hechas aparentemente por las manos de un maestro. ¿Serán los restos de los cuadernos de una escuela de artistas?

Una cartuchera rupestre

Tal vez el instrumento de escritura más antiguo que se ha hallado hasta la fecha sea un antiguo crayon en una cueva en el territorio norte de Angiere en Australia. Fue encontrado por investigadores de la Universidad nacional de Australia en un cobertizo rocoso, en el desfiladero Deaf Adaler, en el este de Darwin.
El equipo del pintor rupestre, si bien tosco, contenían al promediar el paleolítico superior un buen arsenal: pirita y limonita de donde contenían los colorantes naturales rojo y ocre, carboncillos de una hoguera, lamparilla de barro para la iluminación, fragmentos de un hueso de donde obtenía el tuétano creíble, raspador es de piedra para grabar, y el ex y vegetales utilizados como herramientas y conchas marinas utilizadas como recipientes.
En una cueva de Francia fue encontrado todo un equipo de pintor: pequeños recipientes de arcilla, piedras cóncavas que hacían las veces de lámparas sin duda alimentadas con grasa de renos, huesos en forma de cubos que encerraban los colores así como piedras alargadas que debieron servir de espátulas o paletas.
El Dr. Andre Lerio-Gourhan, profesor de prehistoria de Collage de France, comenta en un artículo titulado las técnicas de tachas del paleolítico la evolución del artista prehistórico en el uso de los colorantes y sus utensilios de aplicación. Desde una época que se remonta a unos 35.000 años antes de nuestra era, el hombre prehistórico estaba en posesión de procedimientos que le permitirían modificar los colores de los ocres naturales sometiendo a éstos a la acción oxidante del pueblo. De esta manera consiguió dominar toda la gama que abarca de los amarillos a los rojos más o menos violaceos. El negro lo extraía del manganeso natural o del carbón de madera.
Eran numerosas las maneras en que era aplicado el color. Si los fragmentos de ocre eran sólidos pero a la vez se deshacían con facilidad, realizaba con ellos verdaderos caryones a los que les daba forma sacaba punta. Con ello trabajaba los ornamentos de las superficies lisas. Cuando los colorantes eran muy duros, los deshacía-se puede decir que los pulverizaba-sobre una loseta rugosa. El material pulverizado tenido se aplica según las necesidades del artista o según también la naturaleza del soporte elegido. Normalmente se enturbia el color en un grado más o menos denso con la yema de un dedo o con el extremo de una vara.
¿Cómo se trabajaban las líneas continuas? eran trazadas unas veces con procedimientos similares al anterior y otras con la agresiva de verdaderos pinceles. En aquellas superficies que presentaban dificultades por su rugosidad-como en el caso de la gruta de Lascaux, en Francia, embadurnaba en las paredes con el polvo colorante mediante un taco de piel. A pesar de las propias relaciones e irregularidades de las paredes rocosas, los perfiles eran muy nítidos ya que una vez eliminada la figura que el pintor quería colorear, éste situaba en sus bordes una plantilla de cáscara blanda como de cuero que movía a lo largo de la línea de contorno, impidiendo así a la marcha de colorante difuminarse en el muro, comenta Leroi-Guorhan.
El catedratico francés diferencia cualitativamente los conocimientos y procedimientos del arte prehistórico por un lado y la técnica por el otro. El material de casa, de pesca, de tejidos, de confección de vestidos y de edificación, las técnicas sufrieron a lo largo del tiempo una lenta transformación que las condujo hasta la época actual… en cambio, este mismo hombre, al disponer de materias colorantes y de utensilios de sílex ya capacidad de persecución y de corte es superior a la de la mayoría de las herramientas metálicas, se encontraba, como artista, en posesión de todas sus posibilidades de expresión. El decurso del tiempo aportará nuevos procedimientos, como el mosaico y la pintura al óleo, nuevos colores como el varones y los azules y, finalmente, nuevos matices y variantes en la ejecución, pero esto no obsta para qué, desde los primeros balbuceos, el primer artista pudiera dar toda medida de sí mismo, mediante por más, oposiciones de colores y relieves.
Tal como esa sonda lanzada hace un par de décadas hacia el espacio exterior y llevaba un mensaje de buena voluntad hacia el infinito, los petroglifos tallados en la roca regresan a nuestra playas como una botella a la deriva en el océano de los tiempos. Y en sucesivas oleadas nos llegarán papiros, manuscritos, libros incunables y viejo pergaminos. Escritos con herramientas distintas y con igual pasión. En el interminable oleaje de la cultura humana.
En de su misterio. En busca de la verdad.
Este Apunte ha sido pasado por el alumno ROMERO de 2ºA a quien le agradezco de todo corazón su buena voluntad y su tiempo dedicado al ECI

sábado, 1 de marzo de 2008

Comenzamos con una parte de la Historia de la Escritura formada por seis apuntes:

Una Botella al Mar
Escrito en el Viento y en la Piedra
América: Diálogos con la Piedra
La Evangelización en América: Prédica y escritura
Egipto, China y Japón: Escribir la Belleza
Escribiendo en la Arcilla

Cada uno de estos apuntes cuenta relatos y sucesos de la historia de la Escritura en el tiempo.