domingo, 15 de junio de 2008

Hola Chicos:
Ya ha terminado el 1º Trimestre y todos han recibido sus libretas con las notas del rendimiento de esta primer etapa del año.
Algunos tendrán que estudiar un poquito más, otros van bien y otros DEBEN RECUPERAR EL TIEMPO PERDIDO. Sé que Tecnología de la Escitura tiene muchos datos, fechas, temas, tòpicos e información pero la misma está pensada para que juntos reelaboremos y pensemos como surgió la escritura en el mundo y cuales son los órígenes de las PC actuales.
Los invito a que usen este medio para consultas, dudas e inquietudes. Por lo que veo todo es muy claro y preciso, bueno, eso supongo porque no hay dudas ni inquietudes.
Aprovecho para agradecer a las alumnas que pasaron los dos últimos apuntes que no especifiqué sus nombres
La evangelización en América , Martina Salituri y Egipto, China y Japón, Ana Loscalzo ambas de 2º A a quienes desinteresadamente han dedicado parte de su tiempo para poder lograr que todos los alumnos puedan acceder a al información que hemos fotocopiado del CONSUDEC y que hace años los alumnos de los ECI vienen disfrutando y analizando.
Los invito a seguir estudiando, nos queda un apunte de esta serie y luego comenzaremos con otra temática pensada en función de Uds y sus aprendizajes.
Nos vemos el viernes en clase. Lean y estudien el APUNTE DE EGIPTO
Livia
Egipto, China y Japón: Escribir la belleza

“¿Puede el cántaro ser mas bello que el agua?
¿Puede la muerte de un poeta alumbrar el mundo?”
L. Söderberg
“El Nilo fluye, pero no se ara,
Porque cada quien dice:
No se sabe lo que vendrá.
El país da vueltas
Como el torno del alfarero…”
Ipu-Wer, poeta egipcio; (de un papiro conservado en la ciudad de Leida).


Egipto: una escritura para la inmortalidad

Cuando un pueblo llega a producir una escritura tan bella como lo hizo el pueblo egipcio uno puede advertir el tamaño de su patrimonio espiritual y cultural. Un sistema escriturario no es la invención de un faraón o un sumo sacerdote. Detrás de cada signo y cada instrumento que lo traza hay una larga historia cultural y una tradición que valoriza la belleza de este legado.
En el Antiguo Egipto la base de la escritura era la pictografía o sea que a cada objeto, animal o ser en general le correspondía un signo particular que era su representación pictórica: para escribir “sol” se trazaba un disco que reproducía al astro; para indicar “hombre” se dibujaba una figura humana. Pero este sistema no cubría una parte del discurso: los conceptos abstractos, los nombres propios y los modos verbales.
Para resolver el problema se agregaron a los signos ideográficos otros ideogramas, con el fin no ya de indicar el objeto, sino solamente su sonido. Por ejemplo, una vez establecido que el disco era el ideograma del sol, y que cada vez que se encontrase ese signo había que leer ra (sol), también se empleaba ese disco para escribir l parte inicial del nombre del faraón Ramsés. El desarrollo de la escritura no tenía un sentido prefijado; se podía ir de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, de arriba hacia abajo o viceversa.
No obstante el uso de los signos añadidos, la convención por la cual las figuras animadas presentes como ideograma estaban siempre vueltas mirando hacia el final del renglón, facilitan mucho la lectura de esa escritura que nosotros, mediante una palabra derivada del griego denominamos jeroglífica. Como los jeroglíficos se esculpían con una gran aplicación, o se trazaban sobre una superficie lisa utilizando pincel, en la práctica el sistema resultaba lentísimo. Por ello desde época temprana se desarrolló el uso de una especie de letra cursiva cuyos signos consistían en drásticas y veloces simplificaciones.
Esta segunda escritura más difícil que la anterior se denominó hierática o sacerdotal. Mucho más tarde derivó de está una variante aun más estilizada, la escritura demótica o popular.
Pero la primera jeroglífica es la que conocen todos: por cierto, la más bella de las inventadas por el hombre. El profesor G. Fatás, catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Zaragoza comenta que “una cierta preocupación estética de los escribas complica la lectura de los signos que, a veces, aparecen agrupados de manera que sus volúmenes formen, combinados, unidades coherentes, sin atender demasiado a otras reglas. En general, puede discernirse el sentido de la escritura recordando que los signos que representan a seres animados aparecen mirando hacia el inicio del texto”.
La escritura, inicialmente ideográfica, se fonetizó. Ciertos signos pasaron a cobrar valor fonético. La lechuza, cuyo nombre comenzó con M, pasó a significar exclusivamente la M; la boca adquirió el valor de su inicial r. A este conjunto de signos se les designó como fonogramas. Los hay que representan una, dos o tres letras.
Empero algunos fonogramas bi o trilíteros representan a veces dos combinaciones distintas. Para deshacer la ambigüedad es frecuente añadir un complemento fonético el signo.
En egipcio, como en muchas lenguas abundan las palabras que significan varias cosas (el término español “canto” alude a la música, a una piedra, a un borde, etc.) y las palabras distintas para referirse a una misma idea o concepto (mar o piélago). Se deshacían estas ambigüedades por medio de los determinativos (el signo “canto” seguido del dibujo de una corchea, por ejemplo, quedaría aclarado en su sentido concreto).
La escritura hierática, derivada de la anterior, es una especie de letra cursiva jeroglífica, empleada en la escritura rápida y no monumental (para escribir en papiros o tablillas, por ejemplo). Se escribe de derecha a izquierda y siempre horizontalmente a partir de La Dinastía XII. Se conocen muestras desde la Dinastía III y llega hasta comienzos de la era cristiana. En los últimos tiempos quedó reservada para usos religiosos (Dinastía XXVI), de donde sale su nombre griego de “sacerdotal”.
La escritura demótica o “popular” como su nombre lo indica, es una simplificación de la anterior, originada más modernamente (acaso en la Dinastía XXV) y perviviendo hasta el siglo V d.C. La escritura copta resulta de la adopción del alfabeto griego (más siete signos demóticos) para escribir la lengua egipcia. Se origina definitivamente en el siglo XII d.C. Se escribe de izquierda a derecha y sigue en uso entre los cristianos egipcios del río copto.
Como material escriturario emplearon el papiro y la piedra e incluso fragmento cerámicos.
Conocida toda la tradición de grabado en piedra y en cerámica, traslado de la escritura a un soporte flexible como el papiro trajo no sólo una serie de ventajas en la manipulación y almacenaje de los textos y registros sino que derivó en un cambio de los mismos estilos de escritura. El papiro era una planta de tallo trígono que alcanzaba considerable altura - 2 o 3 metros – con un grosor de 7 a 10 centímetros de hojas largas, abundante en ramas de índole colgante, que abundaba en el delta del Nilo, del que los egipcios obtenían su materia prima para confeccionar el rollo de papiro, trabajando la médula y cortándole verticalmente en hojas.
Para confeccionar la plancha de escribir, colocaban las hojas de manera vertical y horizontal, combinándolas y dejándolas secar. Las rugosidades se igualaban mediante presión o suavizándolas. Los rollos solían tener tamaños convencionales, a los cuales se adecuaba el contenido que iba a escribir. Un rollo solía tener 20 hojas. El papiro era bien aprovechado por los egipcios que usaban los rizomas de la planta como materia combustible. De la base de la corteza sacaban el papiro, de mejor calidad, que solían destinar a usos sagrados y reales mientras que con el resto confeccionaban el papiro de uso corriente.
Un punzón especial servía para significar los signos de escritura. Egipto difundió su empleo por amplios territorios e hizo abundante uso del mismo, lamentablemente porque siendo si materia tan frágil, difícilmente han llegado hasta nuestros días los datos e inscripciones realizadas sobre este soporte.
La literatura fue fundamentalmente religiosa y oficialista, pero también alcanzó cimas eternas en la creación propiamente literaria. Su época clásica comprendió desde las Dinastías IX y X hasta el Imperio Nuevo (Dinastía XVIII). Más adelante evolucionó, pero siguió manteniendo una gran calidad con la incorporación de la lengua hablada que llamamos neoegipcio. Por citar algún titulo mencionaremos los cuentos de “El Campesino elocuente” y “El hombre del sicómoro” o “El cuento de Sinhué”.
En la época neoegipcia destacan la gran poesía lírica y los himnos a los dioses, entre ellos el “Himno a Atón”, del propio Amemhotep IV. Otros géneros destacables son el épico, las innumerables cartas, los tratados científicos, matemáticos y médicos, textos mágicos, etc. Muchas de las conquistas científicas egipcias tuvieron gran influencia en el pensamiento griego, e incluso, algunos temas literarios consiguieron llegar hasta la literatura latina.
Como protagonista de todo este quehacer cultural, el escriba se recorta con perfiles muy nítidos. Era una persona que, por su conocimiento letrado, ocupaba una privilegiada posición en la estructura social y administrativa de Egipto; como contable, llevaba el control y movimiento de los bienes (grano, ganado, límites de fincas, etc.); como conocedor de la escritura, redactaba, archivaba y clasificaba la documentación y efectuaba la correspondencia.
En cuanto a funcionamiento, su actividad era esencial para la buena marcha del Imperio. En las ciudades o nomos los escribas contabilizaban las necesidades de las mismas, la producción y sus excedentes, marcado la cuantía a los aportes del tesoro real o lo que de este se debía entregar para alimentación y vestido de las gentes y, en general, fijaban el estado y la localización de la riqueza.
En la capital real, eran los pilares de la administración, bajo la administración del visir y otros funcionarios. Su posición social era muy estimada al ejercer autoridad, por su instrucción, sobre las demás clases sociales, siendo innecesario trabajar directamente los medios de producción. Su preparación se efectuaba en las per – ankh o “causas de vida”. Solían ser hijos de funcionarios, aunque en principio cualquiera podía llegar a ser escriba. Normalmente, los escribas que rodeaban al rey tenían funciones especializadas; ser escriba era indispensable para alcanzar puestos destacados en la administración egipcia.
El catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Sevilla, Francisco Presedo Vejo comenta acerca del fondo espiritual que animó no sólo a la escritura egipcia sino también a la vida de cada uno de sus hijos: “El egipcio antiguo con un fondo campesino indudable, y conservando restos de barbarie en sus primeros momentos, se elevó a formas de vida civilizadas y amó a su país, el bello campo egipcio y sus ciudades. No concebía la vida civilizada sino a orillas del Nilo. Piadosos hacia sus dioses, funcionario experto y diligente, respetó a sus superiores y adoró al faraón. Tolerante con los demás, vanidoso en sus servicios de faraón, realista en sus observaciones, creía que un buen libro es más duradero que un monumento de piedra. Preparó con cuidado su tumba para la eternidad y pidió a los dioses que le concedieran una larga descendencia. A veces violento, prefirió, sin embargo, la paz a la guerra. Le gustaron el deporte, la caza y la pesca. Respetó la tradición, pero fue sensible a los designios del amor, que supo expresar con gran belleza”.

China: Pintores y calígrafos

Las primeras referencias de caracteres chinos escritos aparecen en ilustraciones realizadas en caparazones de tortugas y huesos de buey. La mayoría resulta ser ideogramas. Según las conclusiones de arqueólogos y estudiosos de la epigrafía china, esta atravesó como la mayoría de las lenguas escritas una etapa pictográfica como pudieron ser los jeroglíficos a los que ya hemos hecho referencia.
Por otro lado la mayoría de los sistemas de escritura saltó a una siguiente etapa de alfabético fonético para representar los sonidos de la lengua hablada que sustituye a las imágenes procedentes de la percepción visual.
Empero, el chino ha sido el único de los sistemas de escrituras importantes del mundo que se mantuvo en una etapa distinta a los demás: sostuvo al pictograma como unidad básica. De todos modos no todos los caracteres chinos son representaciones de carácter impresionista de objetos concretos. Reúnen sonido, significado e imagen visual en un conjunto adherente.
Confucio el gran filósofo del Imperio chino, que vivió en el siglo VI a.C., al escribir en su apéndice al Y – King de Ho – Fi, atribuye a este emperador la invención de escritura en éstos términos:”Los hombres de la antigüedad se servían de cuerdas anudadas para dar órdenes; los que les siguieron se valieron de signos o figuras. Pao – Hi o Fo – Hi, mientras gobernaba el imperio, levantó los ojos al cielo y observó su forma: los bajo a la tierra y contemplo su figura, así como la de los pájaros y los objetos terrestres que impresionaran su vista y enseguida ideó los ocho “Kua” (imágenes simbólicas básicas escritas)”.
Lien, un autor de la obra Wai – Ki refiere al mismo origen mítico de la escritura china y añade que “Fo – Hi estableció seis reglas según las cuales los signos gráficos debían representar las figuras según ciertos principios: 1. Directamente y en sentido propio. 2. En sentido figurado. 3. Indicando los objetos gráficamente. 4. Indicándolos de una manera combinada. 5. A la inversa. 6. Por la forma y por el sonido”.
Todos los signos de la escritura china fueron en principio representativos, pero con el transcurso del tiempo fueron modificando figuras y sin dejar de ser ideogramas revistieron el carácter de signos de pura convención según fueron perdiendo su primitiva figuración. Así, en muchos de los signos modernos de la escritura china encontramos aún los restos del antiguo signo figurativo del cual preceden.
Estos signos adoptaron, como en la escritura egipcia, representaciones simbólicas y se combinaron entre sí para indicar ideas materiales que de otro modo no tenían fácil representación, así, por ejemplo la idea de luz indicaba mediante los signos unidos del sol y de la luna; la idea decanto mediante los signos de oído y de pájaro, la idea de lágrima mediante las imágenes de un ojo y una gota de agua.
De acuerdo con la etimología tradicional, se distinguen seis métodos diferentes de composición y uso de los caracteres. Estas seis categorías reciben el nombre de liu shu: 1) Pictogramas (hsiang hsing). 2) Ideogramas (chih shim). 3) Ideogramas compuestos (hui i). 4) Compuestos con elementos fonéticos y semánticos (hsing sheng). 5) Caracteres a los que se les asigna una nueva forma para reflejar mejor un cambio en la producción (chuan hu). 6) Caracteres empleados para representar un homófono y que no guardan relación de significado con la nueva palabra que representan (chia chich).
Los caracteres pictográficos son representaciones estilizadas de objetos concretos. Podemos citar como ejemplos “mu” (árbol o madera), “shan” (montaña), “shou” (mano), “kuei” (tortuga). El carácter “ma” servía originalmente para referirse a una planta con tronco y su forma primitiva representaba las ramas, las raíces y el tronco. La forma moderna destaca sobre todo las raíces. El carácter “shan” es la estilización de los picos de la cordillera. Repetir tres veces lo mismo es un procedimiento habitual para representar la idea de multitud. La forma primitiva se desarrolló posteriormente en la moderna. Shou es un dibujo simplificado de la mano. Los cinco dedos se ven claramente en la forma primitiva, en la que la línea central representa la palma y la muñeca.
Los ideogramas son representaciones gráficas de ideas abstractas. Es decir, para aquellas ideas que no poseen una forma física susceptible de ser representada mediante líneas, se crea una representación simbólica con carácter abstracto, como ejemplos tenemos “shang” (encima, sobre), “hsia” (debajo) y hsing” (maldad).
Originalmente se trazaba una rayita o punto por enima o por debajo del renglón para indicar los conceptos de “sobre”, “shang” o “bajo”, “hsia”, respectivamente. El carácter “hsiung” (maldad), representa un profundo hoyo en el que ha caído un viajero desprevenido, indica el peligro y el sentimiento de temor y sorpresa ante el inesperado accidente.
Los ideogramas compuestos combinan dos o más caracteres para formar uno nuevo. El significado literal del término empleado para compuestos fonéticos (hsing sheng) es “forma y sonido”. Los elementos comprendidos en esa categoría son precisamente eso: la combinación de un elemento con significado visual y un elemento de carácter fonético.
Por otra parte se designa con el término chia chieh a aquellos caracteres que se toman prestados para representar una palabra con la que no guardan más relación que su similitud fonética.
En la actualidad el chino denominado han comprende multitud de dialectos (el del norte, el wu, el xiang, el gan, el hakka, el hei min, el nan min, el yue) que podrían considerarse lenguas por sus diferencias y porque cada uno de ellos presenta numerosos subdialectos. Todos coinciden en lo esencial en el texto y la gramática, pero difieren notablemente en la pronunciación.
Se utiliza como lengua común una variante del dialecto del norte basada en la pronunciación del habla de Pekín, conocida con el nombre de lengua mandarina. El chino es una lengua basada en la sílaba, muchas de sus palabras son monosílabas o bilisílabas. Cada una de ellas se caracteriza por poseer diversos tonos (sostenido, ascendente) capaces de diferenciar significados, puesto que tienen valor fonológico.

Japón: la actualidad de Kanji

El japonés, de origen incierto, era un idioma que amplió su riqueza conceptual con la introducción de la cultura china con cuyos caracteres ideográficos (kanji) entraron muchos términos que lo enriquecieron. Posteriormente el idioma adaptó voces occidentales: portuguesas, españolas, holandesas, inglesas, francesas y alemanas. El idioma japonés es de tipo aglutinante, es decir por sumatoria de signos que funcionalmente van determinando la naturaleza simbólica de la palabra.
Utilizan un sistema de escritura mixto silábico-ideográfico. Las tentativas de utilizar únicamente el silabario (haragana y katakana) o el abecedario (ramaji) fracasaron por razones culturales; de adoptarse se rompería con la tradición. Sin embargo en la reducción de ideogramas practicada en los últimos cien años se emplea el silabario kana para sustituir aquellos. El haragana empleado ya anteriormente para las terminaciones verbales, sirve hoy en día para escribir palabras completas y el katakana para escribir especialmente palabras de origen occidental.
El número de ideogramas obligatorio es de unos 1.500 - antes era de unos 10.000 – pero en la literatura y en los periódicos se emplean unos 3.000 como mínimo. Además de las notables diferencias entre la lengua escrita y la hablada, hay que señalar las que existen entre el idioma culto y el vulgar, o entre el empleado por los hombres y el que usan las mujeres. En la actualidad se está desarrollando un idioma estándar esquemático y que se adapta mejor a la progresiva industrialización y modernización de la vida japonesa.

Pinceles para escribir la belleza
Nadie sabe cómo empezó la escritura en Asia oriental. Hay cesecillos y caparazones de tortugas con caracteres grabados sobre ellas que han sido excavados desde el siglo XII a.C. cerca de la ciudad de Anyang, estos grabados fueron encontrados más de 400 caracteres.
En Japón algunos de los más tempranos fragmentos escritos son de sutras budistas traídos al país a través de Corea en el siglo XV a.C. El japonés escrito está compuesto, como habíamos dicho de caracteres chinos. Hay una manera de escribir cada símbolo. Es el llamado “orden de trazo o pincelada”, es decir la manera en que es dibujada cada una de las partes que componen cada signo.
Este “orden” O “procedimiento adecuado” es muy importante es la caligrafía. “Caligrafía significa escritura artística, asegura el profesor Wang Fangyu, de la Seton Hall University y no es de extrañar que sea considerada en Asia una de las más altas expresiones del hombre en las artes. Es definitivamente más un arte que la misma pintura. La personalidad de quien se encuentre detrás de la escritura se revela en la caligrafía asiática cuando él o ela coloca la tina sobre el papel o la seda”.
De la misma manera que en la Argentina o en Francia los chicos aprenden como es el uso de la lapicera en los primeros grados y tanto su motricidad como los dedos de la mano se van adaptando a esta herramienta como el ojo y el lápiz afinan su desenvolvimiento para que el dibujo nazca de la imaginación y el papel en el mismo momento, en Japón todos los estudiantes elementales aprenden la manera correcta de formar los 881 caracteres educacionales japoneses básicos llamados kyoiku kanji.
El profesor Wang Fanbyu explica que “los estudiantes japoneses saben cómo se toma el pincel, cómo fluye la tanta vía el corazón del artista, mano y pincel sobre el papel y la impresión del producto acabado, su continuidad, composición apropiada e integridad. Elige palabras como “paz del mundo”, “estudio de las estrellas”, “voz clara” o “el corazón de la naturaleza está en las montañas”. Frases así suelen predispones para los más bellos logros en las escritura japonesa. Palabra escrita y palabra significada se aúnan para ofrecer belleza para la vista y el corazón”.
Los pinceles fueron la herramienta irremplazable de los pintores y calígrafos desde tiempos remotos. En un documento electrónico del gobierno de Taiwán (www.roc-taiwan.org/info/culture/6html) se comenta que “los pinceles fueron inventados muy temprano en la historia china. Según evidencias arqueológicas los caracteres a partir de los cuales los augures realizaban sus pronósticos aparecieron en caparazones de tortugas y huesecillos (Chia ku wen) y fueron primero escritos con pincel y tinta y luego grabados con cuchillos o instrumentos cortantes muy agudos y sutiles. La forma y el espíritu de los caracteres lo atestiguan. Estos primeros pinceles aparecieron durante el período de la Dinastía Shang (1600 – 1100 a.C.) así que podemos datar al pincel alrededor de unos 3.000 años”.
La composición y construcción de pinceles está específicamente adaptada al propósito: pintura o caligrafía. O según el efecto deseado: con perfiles rectos para el trazado de líneas o bordes definidos o para producir líneas más difusas. La flexibilidad resultante era lo más importante. Comparado don un instrumento de escritura con punta de metal cuya variación en el grosor y peso de las líneas es muy limitado, un pincel puede ser manipulado no sólo de izquierda a derecha en un plano bidimensional.
También puede ser alzado, apoyado, trasladado con distinta presión mientras se realiza el trazo creando de este modo líneas de variado grosor, líneas en las que se focaliza la punta del pincel en el centro o a los costados, líneas débiles o pesadas, líneas “secas” y mil variaciones más.
Los pinceles usados hoy en día son el fruto de una larga tradición y de un mejoramiento incesante en los procesos de fabricación, si bien más industrializados no han perdido la calidad artesanal de sus ancestros. De clasifican según el tipo de pelambre usada en su producción: de pelo, de cabra (yang hao), de pelo de lobo – en realidad, de comadreja – (lang hao) y los de pelos púrpura hechos de pelo de conejo (tzu hao).
Los yang hao son livianos, flexibles y absorbentes. Los de pelo púrpura (tzu hao) produce una letra tipo negrilla con líneas vigorosas y están mejor dotados para la caligrafía. A veces para lograr un equilibrio entre vigor y delicadeza en los trazos se busca un pincel con dos tipos de pelo, (chien hao). Los pinceles han ido cambiando su materia prima a lo largo de su evolución buscando acercarse cada vez más a los rasgos buscados por los artistas: comadrejas, lobos, caballos, cabras, gatos, perros, ovejas y ardillas entregaron a lo largo de la historia su pelambre en nombre del arte.
Chinos, japoneses y egipcios trazaron en su tiempo y su cultura algo más que palabras y signos. Escribieron belleza. Un mensaje indeleble para todas las generaciones.